Como un camino real, de aquellos que transitaron los abuelos, así es el camino de la vida. De tierra o empedrado, con flores o con espinas, llano o empinado, con sombra o con sol, con lluvia o con verano, ancho o angosto, solos o acompañados... de cualquier manera sea, tenemos que recorrerlo para bien o para mal. Aunque no lo parezca, es un camino muy transitado, todos queremos avanzar para llegar a la meta y para lograrlo tendremos que abrirnos paso soportando los avatares del destino, sorteado los obstáculos y, sin importar cuántas veces tropecemos, caigamos y volvamos a caer: tendremos que levantarnos para continuar la marcha. La vida no nos da ninguna tregua, debemos seguir andando, inevitablemente habrá que ir hasta la meta aun cuando no conozcamos la distancia a recorrer.
(Lizaraejoa)*
Al soñoliento avance de incautos peregrinos
la vida es un camino con muchos avatares,
de rosas y azucenas, de cardos y de espinos.
La suerte me depara las penas y alegrías
que ocultan a lo lejos mis cándidos anhelos,
como se oculta a veces el brillo de los días.
En mi soñar exhausto procuro ser paciente
y vago por el mundo cargando mil pesares,
arrastrando cadenas de agónico doliente.
Mas no es tristeza todo ni vana la quimera
en la noche silente que acuna mis desvelos,
si cantan los cenzontles y abriga la palmera.
si cantan los cenzontles y abriga la palmera.
La vida es un camino con muchos avatares
que ocultan a lo lejos mis cándidos anhelos,
y vago por el mundo cargando mil pesares
en la noche silente que acuna mis desvelos.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: El camino real