Sentándose en un escaño del parque, justo al frente de un pequeño jardín, el viejo se dedicó a contemplar los pajarillos que jugaban entre los arbustos y las flores. «Fui un niño feliz», pensó al rememorar los tiempos pretéritos. Sabía desde hacía tiempo que estaba predestinado a la soledad, a que ella le hiciera compañía por el resto de sus días, pero eso no le preocupaba. Al contrario, estaba preparado para aceptar su realidad. Había entendido, cuando decidió darle un giro a su destino, que las ilusiones alimentan los sueños y, ahora, en medio de las azarosas circunstancias, está considerando tirar la toalla.
ENTRE SOMBRAS
(Lizaraejoa cruzado)
Tenebrosas las noches... y las aves canoras
no alientan las mañanas, mis alas se despluman,
cincela en los desvelos el tictac de las horas.
Se van las ilusiones de mi pecho afligido
y los sueños de antaño se arrastran por el suelo,
deshojadas las rosas y abandonado el nido.
Obnubilan el alma brumas perturbadoras,
nostalgia y desengaños al calvario se suman
y no son como fueron las cándidas auroras.
Tatuado en las entrañas el tiempo ya perdido
e impasibles los vientos no sustentan mi vuelo,
divago en el murmullo, silente y compungido.
No alientan las mañanas, mis alas se despluman
y los sueños de antaño se arrastran por el suelo;
nostalgia y desengaños al calvario se suman
e impasibles los vientos no sustentan mi vuelo.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Parque Pinzón, Tunja
(Del Internet)