Frida es una gatita pequeñita, del tamaño de un ovillo de lana o de una madeja de hilo. Con su pelo negro brillante, la cara de yo no fui, las orejas puntiagudas y sus ojos picarones entre verdes y amarillos, Frida anda siempre por ahí saltando, fregando y alborotándolo todo. A Frida le gustan muchas cosas: jugar con bolitas de papel, encaramarse sobre los armarios, esconderse debajo de las cobijas, bajar y subir las escaleras, mirar por la ventana y ponerse a dar conciertos de maullidos en las tardes... pero lo que más le gusta de todo es pasear por la casa montada en el hombro del primero que se le arrime cuando ella está pereceando es su sillón preferido. De todas maneras, a nosotros nos encantan esas travesuras que nos mantienen entretenidos, en especial a Martina, quien ahora vive dichosa con su gata melindrosa.
FRIDA
(Soneto decasílabo)
A Martina le agradan los gatos
pues con ellos la pasa muy bien,
entre juegos y muy buenos ratos
y locuras del uno hasta el cien.
Quiebran vasos, pocillos y platos
y jarrones y focos también,
se columpian en los garabatos
y arañazos me dan en la sien.
Frida tiene por nombre, la gata,
es artista, le gusta cantar
y se viste de un negro color.
Con maullidos me da serenata
en las tardes de grato soñar:
una dama... con voz de tenor.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Martina y Frida
(Del álbum familiar)