La casa de los abuelos estaba ubicada en la parte alta del pueblo, frente a la escuela. Recuerdo que ellos asaban el pan sobre unas bandejas de lata que metían en un horno hecho de tierra y calentado con leña. El sabroso olor de los amasijos se expandía por el vecindario y, todos las mañanas, a la hora del recreo, yo me escapaba de la escuela para ir a saborear un delicioso pan caliente con el acostumbrado cafecito en leche que me preparaba mi nona Margarita o mi tan querida tía Tulita. De aquello no queda nada, "la casa de arriba" ha desaparecido tras el olvido... el solar está vacío.
EVOCACIÓN
(Soneto)
Aunque el pasar del tiempo lo haya borrado todo,
la casa en mis recuerdos aún está presente;
las ruinas se han cubierto de maleza y de lodo,
y un gran pesar invade mi corazón doliente.
Para evitar los años no existe ningún modo,
se van yendo las cosas cual sol en el poniente;
efímera es la vida pues en cada recodo
del tortuoso camino la parca está latente.
Se fueron de mi lado los tiempos más felices,
los años imborrables de la dichosa infancia
cuando entraba a hurtadillas, en la panadería,
y entre los amasijos metía las narices
para aspirar gustoso la sabrosa fragancia:
del pan tan delicioso que mi "nonita" hacía.
del pan tan delicioso que mi "nonita" hacía.
Rahulig/015
DRA
Imagen: La casa de arriba
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