El maestro Salustiano "descambió" el chequecito y salió haciendo sus cuentas: –Tanto pa'l "dotor" que me recomendó, tanto pa'l que me firmó y otro tanto pa'l supervisor; tanto pa'l que me giró, tanto pa'los impuestos y tanto pa'los materiales... ¡ah, "hijuelita", pa'mí no me queda nada! –Murmuró desconsolado–. En esas iba cuando lo alcanzó un empleado bancario: –¡Sumercé, sumercé que se nos olvidó descontarle lo de las ganancias ocasionales! –Le dijo con cara de sargento–. Claro y conciso, compadre, la ley es pa'los de ruana, pa'los otros la marrana con moño y papel de seda.
LA CORRUPTELA
(Carranguera)
Tengo aquí en el
alma
triste desazón,
tengo aquí en el
pecho
roto el corazón;
todo por la culpa
de que mi nación
vive amangualada
con la corrupción.
La plata del pueblo
se vuelve chiquero
cuando cae en garras
de un politiquero;
porque para ellos
siempre está
primero
su cuenta bancaria
que el país
entero.
No quiero promesas
falsas sin cumplir,
quiero realidades
pa'sobrevivir;
y que la existencia
pueda transcurrir
sin tener cadenas
de
amargo sufrir.
Tengo aquí en el
alma
intenso dolor,
tengo aquí en el
pecho
un gran escozor;
todo por la culpa
de tanto "dotor"
que llena sus
arcas
con nuestro sudor.
Pa'obtener trabajo
hay es que pagar,
cuando acosa el hambre
toca es mendigar;
pero los corruptos
si pueden tragar
con lo que se
roban
por mero firmar.
¡Vaya con la nigua,
rasca sin parar!
¡Vaya con la nigua,
rasca sin parar!
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Salustiano Tapias.
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