El amor el la única fuente de felicidad, con amor podemos hacer que la vida sea color de rosa sin importar las espinas; con amor podemos andar por los senderos más pedregosos haciendo de cada tropezón una nueva enseñanza para lograr sortear los obstáculos que se sigan atravesando en el camino e impedir, de esta manera, que nuestros anhelos se vean truncados. El amor es el motor, el amor es la fuerza que nos impulsa cuando el rumbo perece estar perdido; con amor todo es posible, absolutamente todo... más aún con el amor a los hijos, el amor a nuestros retoños, ese amor que nos llena de felicidad y que sin importar las circunstancias sigue latente en el alma.
A MI HIJO
En sus 33 años
(Serventesios)
Tiene él la mitad de mis años,
Tiene él la mitad de mis años,
es muy joven aún, yo soy viejo;
y a pesar de sufrir desengaños
su optimismo me deja perplejo.
su optimismo me deja perplejo.
Lo he visto crecer y elevarse
como blancas palomas al vuelo;
lo he mirado caer, levantarse
y volver a rodar por el suelo.
Que le ofrezcan sincero cariño
donde quiera que vayan sus pies;
y conserve su alma de niño
en el hoy, el mañana y después.
Que le ofrezcan sincero cariño
donde quiera que vayan sus pies;
y conserve su alma de niño
en el hoy, el mañana y después.
Le deseo amor y alegría
entre abrazos y franca sonrisa;
y que sea feliz cada día
entre abrazos y franca sonrisa;
y que sea feliz cada día
mientras pasa la vida sin prisa.
Que su ruta la siga alumbrando
esa luz que nos brinda la fe;
y no vaya por ahí tropezando
con las piedras que yo tropecé.
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Derechos Reservados Copyright © 2018
Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Rafael Orlando y Tania.
Del álbum familiar.