Cuando supe de la inesperada muerte de Doña Anfrosina, la mujer del negro Ulises, me fui apesadumbrado hasta su casa para darle el sentido pésame y acompañarlo en su pena, pero al llegar me tope con un ambiente de fiesta: todo estaba muy bien adornado con flores y festones de vivos colores, la gente en vez de llorar cantaba y bailaba mientras compartían algunos bocadillos. Me dijo el negro que ellos no lloran la muerte, que celebran la vida, la otra vida. Yo, para congraciarme, me uní al jolgorio recitando algunos versitos.
LA PARCA
(Décimas)
Muchas veces me
pregunto
si en verdad valdrá la pena
llorar como Magdalena
ante el cajón de
un difunto.
Pienso yo que tal
asunto
para el muerto es
alegría,
y aunque parezca
tardía
mejor hacerle una fiesta,
pues al dormir esa
siesta
ya no habrá
melancolía.
La parca llegará
un día
hasta nuestros
aposentos
y no valdrán los lamentos
ni ruegos en
letanía.
Tampoco valdrá
porfía
del doctor más
oportuno,
porque no escapa
ninguno
de las garras de
la muerte
y, para sellar la
suerte,
nadie se entierra
con uno.
No es por ser
inoportuno,
pero la vida es
finita
y aun cuando sea bonita
no existe remedio alguno
ni en Júpiter, ni en Neptuno
que pueda con su poder
salvarnos de perecer.
Por tanto, con valentía
mientras nos llega ese día:
¡cumpliremos el deber!
Por tanto, con valentía
mientras nos llega ese día:
¡cumpliremos el deber!
Rahulig/015
DRDA
Imagen: Mural Religioso
Iglesia de Quibdó
Iglesia de Quibdó