Se van pasando los años, al ritmo del calendario, por los rieles de la vida. Uno tras otro, diciembre tras diciembre nos vamos haciendo mayores; el tiempo no perdona y, tal cual el año viejo, algún día tendremos que despedirnos de este mundo para morar en la eterna oscuridad. Sin embargo, a pesar de los desengaños y las penas soportadas, la vida es grata y nos permite disfrutar de tantas cosas bellas que nos hay motivo de arrepentimiento; lo sufrido y lo gozado jamás se podrá borrar, el viaje termina cuando termina: solamente Dios sabe la fecha, cada quien labra su camino y busca su meta. ¡Feliz Año Nuevo!, amigos.
ACÍBAR Y VINO
(Soneto dodecasílabo)
Ya cae la tarde sobre la llanura
y el ocaso anuncia pronta despedida;
se aleja despacio, con el alma herida,
un hombre ya viejo de lacia figura.
Parte sin enojo, no siente amargura,
fue joven un día, le sonrió a la vida;
se lleva consigo la pena escondida
y las alegrías. Se va sin premura.
Sobre sus espaldas el atardecer
y en la boca dejos de acíbar o vino,
cumplió su designio sin desfallecer.
Atrás los recuerdos, atrás el camino,
el tiempo pasado no habrá de volver:
así son las cosas... así es el destino.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: El caminante
(De la Internet)