Con una diferencia de dieciséis años en el tiempo, entre 1952 y 1968, nacimos los ocho vástagos de don Carlos Julio y la señora Elvirita. Crecimos en un hogar humilde, apenas con lo necesario, nunca hubo de más ni de menos, pero sí hubo mucho amor y unión familiar. Los viejos lucharon a brazo partido para "sacarnos adelante" y lo consiguieron, sin lugar a dudas; cumplieron cabalmente con su misión luego de darnos la vida, haciéndonos ciudadanos de bien, dejándonos como herencia su ejemplo de templanza y la formación, tanto moral como académica, pilares invalorables de nuestro andar por el mundo.
ESTAMPA
(Lizaraejoa)
Plasmados en el tinte de una fotografía
tornaron a mi mente los cándidos momentos,
los niños en el patio con su vocinglería.
Volvieron melodiosos los trinos de azulejos
y aquellos blancos besos allá en el dulce hogar,
las plácidas caricias, las manos de los viejos.
Traídos por el eco de canciones lejanas
vinieron del pasado los gratos sentimientos,
el murmullo del río, la brisa de campanas.
Pretérito de amores, presente de recuerdos
que aún guardo en el alma para nunca olvidar,
ayer briosos corceles... ahora pasos lerdos.
Tornaron a mi mente los cándidos momentos
y aquellos blancos besos allá en el dulce hogar,
vinieron del pasado los gratos sentimientos
que aún guardo en el alma para nunca olvidar.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Los hermanos Lizarazo
(Del álbum familiar)