Extrañamente, en contra de lo acostumbrado, este año no me embarga la tristeza por tu partida mi bien amado abril; te marchas serenamente y me dejas el alma plena de gozo. Me dejas el recuerdo de tus días, unos radiantes y otros nublados, pero siempre bellos bajo cielos purpurinos. Me dejas el olor a tierra mojada, el aroma de las flores, el canto de las aves y, lo mejor, me dejas la fragancia de las setenta primaveras que me han devuelto el corazón de niño y me han regalado la dicha de celebrar la vida con infinita alegría. Atrás quedaron los instantes vividos y los paisajes que me han acompañado a lo largo del camino, mas presiento que... contigo la primavera será eternamente mía, en este o en otro mundo.
MI PRIMAVERA
(Soneto)
Esta vez, te despido alegremente
mi florido y amado mes de abril;
me heredas la fragancia juvenil
de ayeres apilados en mi mente.
Te vas, yo esperaré pacientemente
a que vuelvas de nuevo a mi redil,
con tus aguas, tu cielo de marfil
y tu luz de fulgor incandescente.
Un año tardarás mi mes querido
en tornar sosegado hasta mi vera;
un año más, tu palpitar dormido.
Nunca jamás seré lo que antes era
ni podré regresar al tiempo ido,
pero eterna será... ¡mi primavera!
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Paisaje boyacense
(De la Internet)