VENTUROSO
RECUERDO
(Jotabé espejo)
(Jotabé espejo)
Hoy recuerdo de antaño su sonrisa,
sus dedos abrochando mi camisa.
El peine que mis bucles componía
y el trinar de turpiales que cundía;
la calma que a su lado yo sentía
y el sendero a la escuela cada día.
Era de hermosas flores el camino,
de rosas, de azucenas… y el destino:
me robó cual llevados por la brisa
los ojos
que me daban alegría,
y soy en este mundo un peregrino.
Le dio la vida un halo diamantino,
un caudal de donaire que corría
sereno, sin asomos de la prisa.
Ella lo conservó cual don divino
con sapiencia total y mucho tino.
Tenía una misión, bien lo sabía
y nada en su constancia le afligía;
jamás hubo en su ser melancolía
y su mano sedeña la ofrecía.
Mi madre, de mis sueños pitonisa,
amor, amor… su mágica premisa.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Con la nostalgia que produce la distancia, pero con la satisfacción del deber cumplido, comparto este logro y abrazo a todos los que de una u otra manera lo hicieron posible. Mil y mil gracias estimados amigos de la parroquia San Antonio de las Aradas, Cantón Quilanga, Provincia de Loja, República del Ecuador y, en especial, al Poeta don Edwin Antonio Gaona Salinas por su generosa hospitalidad durante mi permanencia en aquella tierra tan bella colmada de arte y cultura como símbolo de amor, tierra de la cual traje además del corazón henchido: el sol en el dorado de la medalla, las manos de Dios en la escultura de Paulina Salinas, el alma de sus artesanas en la alforja de labrador, la poesía en el aroma de su café, el pensamiento de sus poetas en cada uno de los libros, las huellas del fuego en el grabado del águila de Alfonso Bedoya, el calor humano en las llave de la ciudad de Quilanga y el mejor galardón como lo es el aprecio de sus gentes tan amables... jamás habré de olvidarlo, Dios les pague.