Al momento de despedirnos, luego del casual encuentro bajo la niebla y tras varios "lamparazos" fondo-blanco, la rubia "signorina" de los enigmáticos ojos azules me dijo que bien podríamos vernos al día siguiente en la Esquina de los Burritos, donde venden un agarrador "carajillo" con sabor a gloria, para conocernos un poco mejor e intentar entablar una amistad duradera pues teníamos muchas cosas en común: que ella era amante del arte y la poesía, que si le dedicaba un poema podría darme besos de verdad, no como los que me había fingido estando en la cantina. Yo, como un iluso adolescente me vestí con mis mejores galas, me apliqué el más fino perfume y salí alegremente a cumplirle la cita a la misteriosa dama de mirada aguamarina; pero todo fue un chasco... ella nunca llegó y me quedé con los crespos hechos. Eso me pasa creerle a una encopetada mujer de "alta cuna y de baja cama".
LA CITA
(Soneto con estrambote)
Anduve sin cesar para encontrarte
y fui a cumplir la cita programada;
pero tú, no atendiste mi llamada
e imposible me fue poder hallarte.
Tan sólo era mi anhelo saludarte
y acariciar tu mano idolatrada;
pero tú, mi sublime y bien amada
con ganas me dejaste de abrazarte.
Estuve ahí, parado en esa esquina
anhelando me dieras aquel beso,
el que me prometiste, "signorina".
Soñaba en mi romántico embeleso
que tú llegabas, oh mujer divina,
mas quedé sin el pan y sin el queso.
Ahora, vivo preso
de obscuro instante mágico y fugaz:
cuando fuiste de amor, ave rapaz.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: La esquina de la cita
(Foto propia, del móvil)
Una pequeña decepción que en el momento pareció algo insoportable.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya, que parece que lo dejaron planchado, como decimos por aquí. Como decía A. Machado..."Todo pasa y todo llega"...
ResponderEliminarUn abrazo.
Versos de una cita que "no pudo ser"...
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya signorina, Rafael.
ResponderEliminarMe gustó lo de mujer de "alta cuna y de baja cama".
Es el final de la historia narrada en la entrada anterior, Esteban. Me resultó muy falsa la "signorina".
EliminarUn abrazo.
No voy a reír pues el momento para el adolescente no fue agradable, pero imagino el acicalamiento y luego la decepción. El final de la historia no fue halagüeña pero todos vivimos estas situaciones. felicitaciones y abrazo
ResponderEliminarpobrecillo, que desengaño después del acicalamiento y los nervios, Las mujeres podemos ser terribles. Hoy me ha parecido diferente tu manera de versar, y me ha gustado mucho. Abrazos
ResponderEliminarGracias, Ester, scon avatares de la vida, cosas que pasan. Lo del versar diferente, tal vez sea por el ritmo de los versos, tienen aires de reclamo.
EliminarUn abrazo.
Hola Rafael!! Los flechazos a primera vista a veces no salen nada bien pero son pasajeros.
ResponderEliminarUn abrazo.
La ingenua romántica ilusión siempre tiene que vérselas con alguna actitud ladina... Pero afortunadamente tienes tu poesía, Rafael, para evocarla de manera tan nítida y digna.
ResponderEliminarAbrazo grande, amigo!!
Sí, Carlos, lo mejor es reírnos de nuestras propias desdichas... Para qué amargarnos la vida.
EliminarUn abrazo.
Una decepción hecha versos en este magnifico soneto, y ademas contado con claridad y cierto humor que me ha hecho sonreír.
ResponderEliminarUn placer la lectura Rafael.
Un abrazo y buen domingo.
Como se dice en mi tierra, un plantón. Ella se lo perdió amigo. Un abrazo y muy bonito poema.
ResponderEliminarAy Rafael, si no fuera por la decepción, es muy hilarante la situación! Pero te sirvió para un especial poema de amor, un abrazo!
ResponderEliminarVaya plantón que te dieron y lo mal que tuviste que sentirte, al menos seguro que has aprendido la lección para futuras citas .....lo positivo es que te inspiró un bonito poema.Saludos
ResponderEliminarComo dicen en mi país: te quedaste con los crespos hechos!
ResponderEliminarnunca me sucedió aquello, pero sin dudas debe ser algo flop...
de todo se aprende en esta vida!
Abrazos.
ResponderEliminarGracias por contestarme.
ResponderEliminarRafael, no ha sido el único plantado. A todos, alguna vez nos ha sucedido de jóvenes, ese caso. Sobre todo con estas dami...selas. Un abrazo. Carlos
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