Tal vez fue a comienzos de los años sesenta, no lo recuerdo bien, cuando mi tía Margarita y Don Enrique contrajeron matrimonio. Desde ese entonces, hasta hace unos pocos días, vivieron un amor incomparable. El lunes pasado, acompañamos al tío Enrique hasta su última morada; el Señor así lo quiso, pero nos han quedado los recuerdos y el buen ejemplo de una vida sin tacha.
TRISTE ADIÓS
(Soneto)
Tras largos años
de quererse tanto
la indescifrable muerte, los separa,
convirtiendo en
penumbras noche clara
para tornar la
dicha en desencanto.
Se aleja el ser
amado y, entretanto,
el misterio cual
tácita mampara
oculta ese dolor
que nos depara
la triste soledad
que causa el llanto.
Pero: ¿por qué llorar si aún florecen
en el trigal las bellas amapolas,
y en los campos la hermosa primavera
nos muestra las
espigas que se mecen
cual se mece una
barca, entre las olas,
con las brisas del
tiempo que se fuera?
Rahulig/013
DRA
Imagen: Campo de amapolas