Mi recuerdo más grato de aquellos
lejanos abriles es el de las flores despuntando en los campos verdes, completamente
verdes: campos que se llenaban de vida con la llegada de la temporada de lluvias. Yo, gracias a el trabajo de mi madre, tuve la suerte de contemplar esos hermosos parajes mientras iba hacia la escuela por los caminos
de herradura que, de manera recurrente, transitaba junto a ella en mis años infantiles. Han cambiado los tiempos, abril sigue
siendo el mismo, pero ya no recorro esos caminos… no supe en qué momento se
hizo lerdo mi andar y mis cabellos se tiñeron de blanco.
AYER Y HOY
(Soneto)
¡Oh, bien amado abril del alma mía!
Que vienes y te vas
año tras año.
En tiempos del
ayer fuiste alegría,
ahora solamente un
desengaño.
Me atormenta una cruel melancolía
porque no te
disfruto como antaño.
¡Pobre de mí,
maldita suerte impía!
Me siento, en verdad, un ermitaño.
Tú sigues siendo
bello, abril querido,
no importan las tormentas o el verano
conservas tus encantos todavía.
Mas... mi cuerpo parece estar vencido,
ya no va por los campos de tu mano:
¡no te culpo, la
culpa es toda mía!
Rahulig/015
DRDA
Imagen: Vereda de Tiza
Paz de Río