Las desigualdades e injusticias sociales en Colombia han sido una pesadilla de nunca acabar. La supuesta libertad que lograron los próceres que nos dieron la independencia fue, en realidad, un cambio en las estrategias de dominación, que pasaron de ser extranjeras a estar en manos de los políticos e intelectuales neogranadinos. Nos independizamos, pero las inequidades continuaron campeando bajo las directrices de familiares o amigos de los supuestos libertadores. Hoy, tal como lo fue ayer, lamentablemente seguimos en las mismas. La castas dominantes, desde sus vetustos pedestales heredados, desprecian cuanto ignoran.
INEQUIDADES
(Canción)
En mi patria colombiana
solamente algunos pueden devengar,
mientras la gran mayoría
constantes penurias tiene que aguantar.
Unos en grandes mansiones
en fincas o en clubes suelen disfrutar,
y otros debajo de un puente
muriendo de frío con hambre y pesar.
Cuánto tiempo aguardaremos
para empezar a cambiar;
cuánto tiempo, me pregunto,
para que logremos justicia instaurar.
Hombres, mujeres y ancianos
se quiebran la espalda en el rebuscar,
y deambulan por las calles
niños mendigando sin ir a estudiar.
Entre tanto los señores
hacen bacanales en cualquier lugar,
celebrando que de nuevo
desde sus curules podrán gobernar.
Cuánto tiempo aguardaremos
para empezar a cambiar;
cuánto tiempo, me pregunto,
para que logremos justicia instaurar.
Las tantas desigualdades
son plaga maldita de nunca acabar,
porque los de arriba quieren
ver sumiso al pueblo y sin progresar.
Pero ya llegó el momento
de cerrar las filas y el puño apretar,
en busca de la victoria
que tarde o temprano tendrá que llegar.
Cuánto tiempo aguardaremos
para empezar a cambiar;
cuánto tiempo, me pregunto,
para que logremos justicia instaurar.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Niños de la calle
(De la Internet)