Mi más común desvelo es el recuerdo de mi santa madre, cada noche y cada día vive presente en mi alma entristecida porque ella se marchó de nuestro lado. De aquello... hace ocho años y, sinceramente lo digo, desde ese momento guardo en mi acongojado pecho una luz encendida, una luz que me guía en medio de la tenebrosa incertidumbre de mis cansados pasos. Fueron sus manos las que me condujeron por la vida cuando todo parecía perdido para mí, fueron su manos el bálsamo en la herida y el punto de apoyo para evitar tropezones o levantarme después de alguna caída. No podría dejar pasar desapercibido este agonizante mes de mayo, sin dedicarle mis versos a las amorosas manos del ser que me dio la vida.
A UNAS MANOS
(Soneto)
Pienso a menudo en el sublime instante
cuando mis ojos a la luz se abrieron,
y contemplé las manos que me dieron
el suave aroma de su amor fragante.
Aquellas manos que en mi vida fueron
sustento y guía de mi andar errante,
ternura innata, dulce y refrescante
entre los brazos que me consintieron.
Manos atentas al constante ruego
del hijo amado con sutil donaire,
desde el nacer hasta la tumba fría.
Antaño tersas, arrugadas luego
al suave roce que nos brinda el aire,
amor eterno... donde no hay falsía.
Poema Finalista en el "21º Certamen Internacional de poesía y cuento"
Ediciones Mis Escritos - Buenos Aires, Argentina. Agosto 2022.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Mi adorada Madre
(Del álbum familiar)