Me comentaba don Facundo que, a veces, en el camino de la vida, es mejor solo que mal acompañado. Pero, sinceramente, yo creo que, en la mayoría de los casos, la soledad es mala consejera. —De todas maneras, pensándolo bien, la compañía hace falta —le dije mientras mezclaba el café—. Eso de andar solos por la vida es muy aburrido, y es mucho mejor caminar de la mano con alguien que nos brinde la certeza de sabernos amados. Entre dos, la carga se hace más liviana y, sin lugar a dudas, el amor todo lo puede, de eso estoy seguro. —Pues sí, estimado amigo, tiene toda la razón —me respondió levantando la taza del café.
EL AMOR
(Lizaraejo entrelazado)
En la paz o el fragor de la batalla
el amor verdadero está presente;
adalid soñador que grita y calla.
Siempre está por ahí, vive latente
en el sol, en la mar, doquiera se halla;
es aura sempiterna, omnipresente.
Es cual la primavera cuando estalla
entre efluvios de luz opalescente;
navegante sin fin, jamás encalla.
Un guerrero tenaz y resiliente,
apunta al corazón y nunca falla;
en el alma tatuado, nunca ausente.
El amor verdadero está presente
en el sol, en la mar, doquiera se halla;
entre efluvios de luz opalescente
apunta al corazón... y nunca falla.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: El camino de la vida
(De la Internet)