Tengo la certeza de que no pudo haber sido mejor; no había manera de que mi cielo se nublara: fueron tiempos dichosos, sin duda alguna. Supe lo que era el amor sincero, el que nunca muere, el que va más allá de los tiempos. Caminé, de su mano, por senderos floridos, contemplé los más bellos paisajes, escuché el cantar de las aves, jugué con la brisa de azules abriles y, en resumidas cuentas, fui completamente feliz. Siguiendo sus pasos, descubrí el mundo rural, que era todo mi universo. Aprendí las primeras letras, las sumas y restas, la geografía, la historia, la ciencia y... hallé la poesía entre sus cuadernos.
LEVEDAD
(Lizaraejo)
Evoca mi mente el amor primero,
¡ah!, tiempos aquellos de idos fulgores:
sutil remembranza, alegre sendero.
Días de temprano y grato alborozo
cuando armonizaba el sol con la brisa,
tiempo de ventura, otrora glorioso.
Lugares de ensueño, oh, lares soñados
cuando el mundo era de amables colores,
oníricos mundos de años pasados.
Mirada traviesa, alma cantarina
y albo el atisbo de nuestra sonrisa,
serena la vida empieza y termina.
¡Ah¡, tiempos aquellos de idos fulgores
cuando armonizaba el sol con la brisa,
cuando el mundo era de amables colores
y albo el atisbo de nuestra sonrisa.
__________________
Derechos Reservados Copyright © 2024
Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Paisaje soñado
(De mi galería)