Unos dicen que se halla en un convento, otros comentan que se fue a un largo viaje y los más osados aseguran que ella se murió de amor. Yo no sé cuál será la verdad, mas esa bella morena, la jardinera de las flores que adornaban el balcón de la esquina no ha vuelto a ser vista por nadie, el balcón está desolado, las hermosas macetas multicolores que pendían de los barandales también han desaparecido y el panorama muy triste se ve. Siempre se engalanaba con vaporosos trajes de tierra caliente, yo solía contemplarla por un buen rato cuando mi andar pasaba frente al balcón aquel e imaginaba que le cantaba serenata y hasta llegué a convertirla en mi amor platónico, pero jamás cruzamos palabra ni siquiera supe su nombre... me conformaba con admirarla mientras consentía sus flores.
JARDINERA
(Jotabés decasílabos)
I
A la reina que en tiempo pasado
se asomaba al balcón adornado
con geranios, claveles y rosas:
no la he vuelto a mirar por las cosas
que la vida nos muestra azarosas
e insufribles, por ser misteriosas.
No se asoma, no ha vuelto a salir
ni se escucha su alegre reír.
El balcón permanece cerrado,
no hay fiesta ni veo mariposas;
de tristeza presiento morir.
II
Entre sueños canté serenata
en las trémulas noches de plata,
bajo aquel ventanal colorido
cual jardín nebular que, florido,
a mi amor le sirviera de nido
en el tiempo fugaz ya perdido.
Se marchó para nunca volver,
no sé a dónde, ni quiero saber.
Hoy mi pecho razones no acata,
y el balcón de mi ayer compungido:
nunca flores ha vuelto a tener.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Casa de don Antonio Ruiz
(Tunja, Boyacá)