Amigos de vieja data me quedan pocos, quizás tres o cuatro, los demás se han ido yendo uno tras otro; el paso del tiempo trae consigo la vejez y, sin remedio, la muerte fatal e inevitable. Hoy tengo que despedir a don Jorge Álvaro Díaz, el popular "Chuchuruca", un buen hombre que conocí por cuestiones del trabajo en los años ochenta del siglo pasado en Carichana, una de las varias veredas que conforman el territorio geográfico de mi pueblo natal. Fueron algo más de diez años de grato compartir, diez años durante los cuales me alegró la vida con su particular forma de ser: siempre contento, charlatán y parrandero, sumamente sencillo y de muy buen humor. Descansa en paz, mi muy estimado amigo Jorge Álvaro, cuando el Señor lo disponga nos volveremos a ver para echarnos un "guarapito cerrero" allá donde doña Inés.
DESPEDIDA
(Musa de arte menor)
En silencio, lentamente
los amigos se van yendo,
y uno se queda viviendo
como el resto de la gente.
Sigue el tiempo discurriendo
con su brutal embestida,
sin talanquera que impida
vivir y seguir muriendo.
Tras una fatal partida
pierde el alma su ilusión,
padece cruel desazón
y soporta entristecida.
En las vueltas de la vida
es necesario aprender
que en el hoy o en el ayer
según el dolor el llanto,
y el corazón... entre tanto:
late sin desfallecer.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Don Jorge Álvaro
(Archivo particular)