No fue una misión fácil tratar de encontrar el juguete perdido, había muchos lugares en donde podría estar: El patio, la cocina, el comedor, la sala, el estudio, las alcobas y hasta debajo de las camas; "Abracitos" estaba irremediablemente desaparecido. Mientras buscábamos por toda la casa, Martina lloraba desconsolada y decía que no dormiría sin él a su lado. «Es mi muñeco preferido, me lo enviaron desde el cielo y es irremplazable», repetía insistentemente. Ya entrada la noche, cansada de tanto buscar, por fin se quedó dormida. A la mañana siguiente cuando llegamos a la optometría, para retirar las gafas formuladas el día anterior, "Abracitos" nos estaba esperando. Imagínense la algarabía que se armó al verlo.
ABRACITOS
(Sonetillo)
Por un pequeño descuido
cuando fui a la optometría,
perdí lo que más quería:
mi muñeco preferido.
Toda la noche he sufrido
pensando qué pasaría,
y al llegar el nuevo día
seguía mi pecho afligido.
Mi dulce copo de amor
muy orondo y remilgado,
con cara de gran señor
amaneció bien sentado
en el sillón del doctor,
donde lo había olvidado.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Martina y Abracitos
(Del álbum familiar)
Precioso, esa muñeca perdida, al reencomntrala, hizo feliz a la niña.
ResponderEliminarUn abrazo a ambos.
Menos mal que todo acabó bien.
ResponderEliminarAbrazo.
Entrañables versos. He vivido algo parecido, el muñeco se perdió por el camino y nunca mas lo encontramos, otro idéntico ,pero nuevo, ya no fue tan querido. Un abrazo
ResponderEliminarQue hermoso y dulce sonetillo que ha provocado esa perdida y al fin el encuentro del peluche, y es que para los niños siempre hay un juguete irremplazable.
ResponderEliminarAl final todos tan contentos, :)).
Me ha encantado Rafael, como siempre es un placer leerte en cualquier estilo.
Un abrazo y buena semana.
Habrían podido evitar ese día doloroso si el lugar donde quedó olvidado hubiera hecho un llamado a la paciente, a veces falta humanidad, un abrazo para Martina!
ResponderEliminarQué ternura... Dios la bendiga. Y el poema GENIAL
ResponderEliminar...Rafael Humberto... te cuento que estoy pasando por un mal momento desde una noticia terrible recibida anoche que nos ha puesto patas arriba a la familia.
De verdad, que dedicarle lo mejor a la familia, noes trabajo perdido, es trabajo ganado... Dios te bendiga a ti y a ella.
Me has hecho recordar cuando una de mis nietas siendo pequeña también perdió a su "Colele" que es cómo llamaba a un peluche que se parecía a un conejo con orejas muy grandes y resultó que estaba en la terraza de la vecina. Hasta que no apareció aquello fue todo un "drama" para la chiquilla. Me encantó el poema.Saludos
ResponderEliminar¡Menos mal que todo acabó con buen fin!
ResponderEliminarLa niña, emocionada, en sus brazos lo mecía, era su fiel amigo, el que velaba sus sueños tanto de noche como de día.
Me alegro yo también que lo haya recuperado.
Cariños.
Kasioles