La ovejita Marilín era una corderita blanca y juguetona que, si no estoy mal, fue un regalo de mi abuelo Tito cuando cumplí los siete años de edad, para que la diera al aumento y tuviera mi propio rebaño; era de carita tierna y de grandes ojos negros que miraban con cariño. Doña Ricarda, una amiga de la familia, tenía su parcela a la vera del camino que iba desde el pueblo hasta la vereda de Colacote y, a ella, se la encomendamos con el fin de que la terminara de criar. Cada que pasábamos por ese lugar, rumbo a la escuela donde mi madre laboraba como maestra rural, Marilín presentía mi presencia y brincando por entre los matorrales salía a saludarme. Pasó en tiempo, la ovejita creció y se hizo adulta, organizó familia, tuvo varios hijos y vivió muy feliz alegrándome la vida hasta que murió de vieja... de recuerdos me dejó una ruana y varias cobijas hechas con su blanca lana.
MARILÍN
(Cuartetas)
Mi ovejita Marilín
no era una oveja cualquiera,
saltaba por el jardín
como si de goma fuera.
Seda tenía por lana
y por ojos candelillas,
era amiga de una rana
y comía granadillas.
Remilgosa me miraba
con amor y mucha gracia,
cual la rubia que adornaba
la pared de la farmacia.
Jugaba con un ternero
y le gustaban los gatos,
usaba ruana, sombrero
y de fique los chocatos.
Fue un regalo del abuelo
por los siete años cumplidos,
yo la cuidaba con celo
allá por los tiempos idos.
En las montañas creció
con la señora Ricarda,
dos corderitas me dio
una blanca y otra parda.
Me dio también harta lana
radiante como la nieve,
para tejer una ruana
y cobijas siete o nueve.
Se murió de viejecita
mi adorada Marilín,
tan graciosa y tan bonita
con carita de arlequín.
No se ha ido, porque al fin,
en mis recuerdos habita.
¡Vaya!, por dios... ¡qué trajín!
Seda tenía por lana
y por ojos candelillas,
era amiga de una rana
y comía granadillas.
Remilgosa me miraba
con amor y mucha gracia,
cual la rubia que adornaba
la pared de la farmacia.
Jugaba con un ternero
y le gustaban los gatos,
usaba ruana, sombrero
y de fique los chocatos.
Fue un regalo del abuelo
por los siete años cumplidos,
yo la cuidaba con celo
allá por los tiempos idos.
En las montañas creció
con la señora Ricarda,
dos corderitas me dio
una blanca y otra parda.
Me dio también harta lana
radiante como la nieve,
para tejer una ruana
y cobijas siete o nueve.
Se murió de viejecita
mi adorada Marilín,
tan graciosa y tan bonita
con carita de arlequín.
No se ha ido, porque al fin,
en mis recuerdos habita.
¡Vaya!, por dios... ¡qué trajín!
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Derechos Reservados Copyright © 2019
Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Postales de mi Boyacá
(Boyacá al día - @juafercano)
(Boyacá al día - @juafercano)
Bonita historia la de esta ovejita que nos dejas con tus versos. ¡Felicidades!
ResponderEliminarUn abrazo.
Para siempre en tu recuerdo, tu ovejita, que además te dejó parte de ella para que te abrigues en invierno... Que maravilla de versos agradecidos y tiernos. Poesía popular, Rafael, para niños y no tan niños también...
ResponderEliminarAbrazo grande, Poeta!!
Gracias, Carlos, es un vago y bonito recuerdo el que tengo de mi querida ovejita... a veces la veo saltando en el jardín de mi memoria.
EliminarUn abrazo.
Que bello recuerdo el que te dejó.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Hola Rafael , que bellos recuerdos con tu ovejita , me alegro
ResponderEliminarde pasar por aquí y leer tus bellos versos , te deseo una feliz tarde
besos de flor.
Hermoso homenaje poético a un noble animal como la oveja, Rafael. Además de querencia, nos da abrigo con su vellocino de lana. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarQue bonita historia, me gustan mucho las ovejas y seguro que tú disfrutaste mucuo con la tuya, el poema que le has dedicado es precioso.Saludos
ResponderEliminarLindo y testimonial recuerdo, Rafael...nos dejas de ese animal noble (Marilín) que supo darte lana y el afecto con saludos de un berrido (balar) alentador, recordándote en la ausencia por su condición de ser y estar entre los suyos...
ResponderEliminarUn abrazo
Qué historia tan tierna...Lo bueno de los escritores (y los poetas más) es que se pueden sumergir para capturar su primeros recuerdos. Eso es oro puro.
ResponderEliminarNOTA En la primera estrofa trocaste un "si" por "se"
Gracias, Alí, por el comentario y por la observación. Ya está corregido.
EliminarUn abrazo.
Recuerdos hechos poesía, una ovejita que te regaló su piel, algo muy personal. Que bonito se lee el poema, felicitaciones y un abrazo
ResponderEliminarLinda historia, Rafael, de una ovejita que nació privilegiada al recibir tanta consideración y amor, al punto que la siguen recordando con sentidos versos.
ResponderEliminarAbrazo austral.
Qué hermoso recuerdo, Rafael, como decimos por aquí, eres buena gente (persona)
ResponderEliminarUn abrazo y mi aprecio
Que bonito!!!cariños.
ResponderEliminarY fue tan generosa que te dejó su piel para siempre, un abrazo Rafael!
ResponderEliminarQue tierno y lindo!!.
ResponderEliminarMuy feliz Navidad.
Un abrazo.
Precioso poema y preciosa historia. Hasta me he imaginado su mirada. Los animales son entrañables.
ResponderEliminargracias por tu visita y aportacion en el blog me alegra que pases a visitarme de vez en cuanto
ResponderEliminarBesos