Fulgurantes imágenes me llevan por los lejanos senderos del pasado y, de repente, me veo caminando por las callecitas de mi pueblo natal. Poco a poco, mis pasos me conducen hasta la casa paterna y, con nostalgia, comprendo que el tiempo todo lo acaba, todo lo destruye con su embestida inexorable. Las cosas materiales se deterioran, se derruyen poco a poco, mientras el cuerpo envejece bajo el peso de la edad y la vida se va yendo con los años. Pero, afortunadamente, perduran los recuerdos en el corazón enternecido.
EN LA NADA
(Lizaraejo entrelazado)
Hasta una callecita desolada
se orientaron mis pasos aquel día,
a ver pasar la vida, ya pasada.
El rumbo del andar me llevaría
a la paterna casa abandonada,
mientras, lenta, la tarde se moría.
Una extraña quietud aprisionada
donde, inmersos, subsisten todavía
palomas y turpiales, en la nada.
Me trajo, del ayer, la brisa fría
recuerdos de una edad eternizada,
entre añoranzas y melancolía.
Se orientaron mis pasos aquel día
a la paterna casa abandonada;
donde, inmersos, subsisten todavía
recuerdos de una edad eternizada.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: La calle vieja
de la Internet
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