Nuestro paso por la vida es, sin lugar a dudas, la sumatoria de infinidad de instantes que se suceden a diario y van dejando huella en los pliegues del alma. A la sombra de un añoso y frondoso árbol de uvo, bajo el radiante sol de enero, mientras contemplaba la 'Ermita de San Laureano' (primera iglesia construida en la ciudad de Tunja por orden del Cabildo en el año de 1565), me asaltaron los recuerdos y, presurosos, vinieron a mi mente los días más lejanos... El corazón, dolorido, se colmó de nostalgias.
QUIMERAS
(Lizaraejo cruzado)
Las huellas en la senda de la vida
son efluvios de aquel ayer distante,
la inocencia pueril, la fe sentida.
Una vaga ilusión, una quimera,
los sueños sin cumplir, el optimismo,
la dicha en un resquicio, lisonjera.
El aura maternal, adormecida,
la paloma torcaz, el sol radiante,
la luna con su faz palidecida.
La risa divagando por doquiera
y el paisaje fugaz de un espejismo,
la rosa, el ruiseñor, la primavera.
Son efluvios de aquel ayer distante
los sueños sin cumplir, el optimismo;
la paloma torcaz, el sol radiante
y el paisaje fugaz de un espejismo.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Capilla de San Laureano
Tunja, Boyacá, Colombia.
Consumimos el tiempo, nuestro tiempo, como si no tuviera fin y para cuando nos damos cuenta de que se va agotando, afluyen todas aquellas cosas que no acabaron de realizarse, pero tampoco hemos de amargarnos por ello.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que cada cosa vivida en bien o mal nos deja huella, que sea lo mejor que perdure y no se extrañen aquello que ya no pudo ser, siempre hay una posobilidad en el presente .
ResponderEliminarTengas una lindo fin de semana.
Un poema entrañablemente filosófico. Abrazos. Carlos
ResponderEliminarBello poema le dedicas a esas vivencias que ya son recuerdos. Saludos
ResponderEliminarLa esencia de enero en tus versos. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.