Un día esta casa tuvo una familia. Una esposa y unos hijos que charlaban conmigo, que se sentaban a la mesa para compartir el pan en medio de risas y alegría, que escuchaban mis canciones y coreaban conmigo al calor de un café o una copita de aguardiente. Una familia que, contra viento y marea, se mantenía unida en las buenas y en las malas. De pronto, sin darnos cuenta, poco a poco un extraño invadió nuestro hogar, con su encanto logró hipnotizarnos; ahora somos sus esclavos y cada quien va por su lado con la cabeza gacha, los ojos fijos en él y la mente obnubilada. Ahora, casi no hablamos, ellos se mantienen ocupados y, para colmo de males, ese teléfono mío... ni suena ni truena: parece muerto.
MI CELULAR
(Jotabem espejo)
Mi celular se ha dañado,
por tres días no ha timbrado.
Lo he mandado a revisar
y no le han podido hallar
daño por ningún lugar,
ni pendientes por pagar.
Revivirlo no he podido,
no emite ningún sonido.
Al no encontrarlo averiado
he aceptado, sin dudar,
que me han echado al olvido.
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Yo lo mantengo encendido
siempre y en todo lugar,
pero él mantiene callado.
Me siento solo y perdido,
el corazón compungido.
Tengo ganas de llorar,
mas me pongo a cavilar
que, para dicha alcanzar:
no hace falta chatear.
Tres días... he descansado,
mi celular ¡no ha sonado!
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: El teléfono móvil
De la Internet
Me ha encantado esta variente de Jotabem que desconocía, voy a tratar de hacerla a ver si me sale.Muy triste esta situación del dichoso móvil, las familias ya no son las mismas y eso me produce mucha pena.Saludos
ResponderEliminarGracias, Charo: me alegra que le haya gustado. El primer poema se escribe normal, pero el segundo va invertido y conserva la rima del primero (como visto en un espejo) en forma ascendente.
EliminarUn abrazo.
Los males de nuestro tiempo. ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya quisiera de que el mio no sonase y así poder tener un poco de tranquilidad, ja,ja.
ResponderEliminarUn abrazo 😀
Cuanto de verdad en tus bellos versos Rafael, primero, nos invadió la televisión y últimamente los malditos móviles, así que, las posibles tertulias relajadas de sobre mesa se han convertido en horrendos sonidos y disparatadas conversaciones que rompen la buena sintonía de comensales.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amigo Rafael y buena semana entrante.
Es como dices.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esclavos tecnológicos, Rafael. La informatización en los peor. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarEl poema es magnifico Rafael y su tematica, impecable y actual. Asi vivimos, enfrascados con la cabeza gacha esperando que suene...muy triste como ha afectado los momentos que antes eran una delicia para compartirse en familia. Besosssssss y muy buena semana
ResponderEliminarUn hermoso Jotabé con un tema actual. La vida cambió un poco, pero ya se vuelve a compartir con más frecuencia con los amigos y familiares, y de esta forma se callará el móvil. No así para la juventud que ya no saben vivir mirando al frente...
ResponderEliminarUn placer la lectura Rafael.
Un abrazo.
jajaja, el lamento por este dichoso aparatito que nos tiene esclavizados! Nos enseñó la inmediatez, antes no estábamos alertas con el llamado del teléfono de línea, si salíamos no teníamos esa ansiedad, ahora, como lo llevamos siempre con nosotros, si estamos en la calle y suena un llamado o mensaje nos apuramos a contestar o ver, no podemos esperar, un abrazo Rafael!
ResponderEliminarCierto... Creo que lo mejor es buscar la forma de que la tecnología sea tu siervo y no tu amo.
ResponderEliminarA veces no deja de ser una china en el zapato, así que un descanso de tres día viene a ser un alivio. Hasta hace 20 años el mundo giraba como desde siempre, por tanto no un mal de preocupar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bien definidos los tiempos y costumbres que corren, Rafael. Siempre, o conmueves o dejas pensando, Poeta.
ResponderEliminarAbrazo hasta allá.
Hay esos celulares, se han
ResponderEliminarconvertido en una necesidad
mi amigo, es cierto lo que dices.
Besitos dulces
Siby
Muy bueno tu poema, Rafael. Y tienes razón, el celular ha esclavizado a mucha gente, y en especial a los jóvenes que viven con los ojos puestos en él casi todo el día, y si se sientan a la mesa a "almorzar", pues el almuerzo se enfría porque ellos primero atienden el whatsapp. Yo tengo celular amigo, pero no dejo que me esclavice. En ciertos momentos ignoro la campanilla del whatsapp, sobre todo si estoy comiendo. Lo uso, pero no dejo que me domine ese bendito aparato. Un abrazo.
ResponderEliminarCuánta razón tiene tu verso!!.
ResponderEliminarNo has podido decirlo mejor.
Un abrazo.
Jajaja, excelente poema al enemigo de las relaciones cercanas y amigo de las lejanas. Con el que por cierto, te leo y te comento esto.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Me encanto este poema. Y si, somos esclavos virtuales. Saludos amigo.
ResponderEliminarQue deje de sonar por si solo...eso es bueno...tanto ring aburre...
ResponderEliminarEs un esclavismo que con el tiempo pasará a enfermedad. Muy bueno.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy real en estos tiempos.
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