Los toldos y casetas se armaban el la plaza principal del pueblo: los unos para la venta de viandas, colaciones y postres; las otras para expender los tragos y las bebidas dulces o amargas. El parlante amplificador se ubicaba en una de las ventanas del campanario de la iglesia y la música la hacía sonar el sacristán de la parroquia desde la casa cural. Los artículos que se ofrecían al público eran donados por los organizadores del bazar y el producido, de las ventas, era destinado a fines benéficos que suplían la falta de presupuesto en las obras municipales apremiantes. Se obtenían otros recursos por medio del reinado popular, en el cual ganaba la candidata que más dinero recaudara a cambio de un prendedor, una foto o un baile durante la festividad. En fin, todo era por el bien común cuando la necesidad lo ameritaba.
LOS BAZARES
(Décimas y coletilla)
Antaño eran los bazares
una grata integración,
entre juerga y diversión
con deliciosos manjares.
Se usaba por estos lares
el esfuerzo comunal
como fuente principal
de moneda en la cajuela
para restaurar la escuela,
la iglesia o el hospital.
Comprábamos a Raquel
masato con mantecada,
obleas, cucas, cuajada
y de arroz algún pastel.
Nos ofrecía don Manuel
la chicha recién batida
o cualquier otra bebida
que calentara el ambiente,
y disfrutaba la gente
lo sencillo de la vida.
En el toldo de Donato
estaba la carne asada,
con yuca, papa salada
y de mutecito un plato.
Colgadas del garabato
salchichas y longaniza
sazonadas por Eloísa
que, sus bocados vendía
con la gentil alegría
de su agradable sonrisa.
La música comenzaba
a sonar en el parlante,
y algún tenorio galante
por la reina suspiraba.
De lejitos la miraba
soñando poder bailar
con ella y revolotear
un bambuquito fiestero,
donando ruana y sombrero
para su anhelo alcanzar.
Se terminaba el bazar
con rosario y bendiciones,
y... el baile pa'celebrar
las buenas recaudaciones.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Fiesta en el pueblo
(Ernesto Cárdenas Riaño)
Una costumbre muy bonita y más aún siendo para beneficio del pueblo y la colaboración de todos.En mi pueblo se celebra algo parecido organizado por Cáritas y demás voluntarios para las necesidades de esta ONG de la Iglesia.El poema es genial amigo poeta.Saludos
ResponderEliminarBuenas costumbres que no hay que perder y haces bien en enaltecer con tu bello poema.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Eran otros tiempos!. ¿Qué quedará de todo eso?
ResponderEliminarAbrazos
Bella evocación de tiempos que esperemos estén volviendo para no irse de nuevo nunca más, Rafael... Sonoras voces, bulliciosas imágenes y ricos aromas desprenden tus espléndidos versos, Poeta.
ResponderEliminarAbrazo ida y vuelta.
Otros tiempos que en la actualidad se recrean en las fiestas de los pueblos y reciben muchas visitas. Abrazos
ResponderEliminarHermoso poema, Rafael, donde nos hablas de las costumbres de tu tierra, de ferias con exquisitas comidas y manjares. Ojalá volvamos a disfrutar de todo eso, pues en mi país también hay ferias gastronómicas maravillosas. Un abrazo.
ResponderEliminarQue bonito todo lo que cuentas de esas fiestas en la plaza del pueblo, y que maravillosamente lo apostillas en tus grandes décimas, las que le dan la sonoridad perfectas para disfrutar de su lectura.
ResponderEliminarLa décima yo creo que es la estrofa clásica que más me gusta, y el aire que tú le das es de lo más agradable.
Me gusta la imagen, que parece ser una pintura naif por su sencillez y colorido.
Un abrazo Rafael.
Qué lindos momentos retratás en tus versos, Rafael, con el tiempo se agrandan en nuestra memoria, un abrazo!
ResponderEliminarSiempre han sido y siguen siendo buenas costumbres en la mayoría de pueblos, esas viejas costumbres no deben perderse bajo ningún concepto y máxime cuando actos benéficos.
ResponderEliminarMe encantó el poema así como el cuadro de presentación amigo poeta.
Un abrazo y buen resto de semana Rafael.
Que buenos recuerdos me traen estas costumbres, en mi pueblo las organizaban las hermandades o cofradías de Jesús Nazareno, Virgen de la Soledad y Jesús de la Columna.
ResponderEliminarAbrazos.
Leyendo estos versos, uno entiende por qué añora esa vida sencilla de antes, donde todos nos conocíamos. La fimos echando a pique, al hacerla compleja, que hoy nos dolemos del azote del consumo y el capital, que han traído el calentamiento global y otras especies calamitosas que han roto la sincronía ambiental. Un aabrazo. Carlos
ResponderEliminarBonitas costumbres..... Lindo tu sentir amigo. Saludos.
ResponderEliminarUn hermoso poema que trae muchos recuerdos. El pasado es nuestro tesoro.
ResponderEliminarSaludos