Muchos años atrás, cuando la vida era simple e inocente, mi madre me llevaba de la mano a la escuela, a la iglesia, a la plaza del pueblo, a los gratos paseos familiares y, en las clareadas noches, a contemplar estrellas. Yo la recuerdo así, siempre sonriendo, contándome sus sueños y aventuras que forjaron su espíritu abnegado y su alma bondadosa, allá en el campo, junto a los abuelos. Y la recuerdo aún más en cada mayo, en cada flor que nace tras la lluvia, en las aulas rurales del poblado y en los juegos de aquellos "escuelantes", que fueron la razón de sus desvelos. Esos recuerdos son mi compañía, la razón de mi ser y de mis alegrías.
GRATITUD
(Soneto inglés)
Ella fue, de entre todas las mujeres,
la que sembró en mi esencia la alegría;
la que sentido dio a mis quehaceres,
guiando mis pasos con sabiduría.
Me regaló, sin duda, lo más bello
que se pueda ofrendar en esta vida:
su amor incomparable y el destello
de su dulce mirada enternecida.
De su mano surqué la edad infante,
también la juventud, grata y soñada;
adulto fue mi cuerpo en un instante,
pero mi alma de niño, perpetuada.
¡Gracias, mamá! Jamás podré olvidarte;
eterna en mi existir... he de adorarte.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Postal para el recuerdo
Del álbum familiar