Tiene mucha razón el viejito, no se necesita de llave porque la puerta no tiene cerradura, solamente basta con empujarla un poquito y atrevernos a entrar. Pero, eso sí, es algo pesada y se necesita fuerza para poder abrirla. De otra manera, no lograremos averiguar que hay detrás de ella. Entonces, debemos buscar la fuerza en nuestros propios corazones, hurgando en las cosas simples de la vida y anteponiendo el amor por encima de todo. Ésto, creo yo, puede hacer la diferencia entre la felicidad o la desdicha. En nuestras manos está escoger el camino correcto
LA FELICIDAD 
La gente suele decir
que se debe tener suerte 
para felices vivir 
y labrar un porvenir, 
asegurando el presente. 
Pero no es cosa de suerte 
es cuestión de corazón,
pues nosotros ciertamente 
obtendremos la simiente 
si actuamos con la razón. 
No enredemos la cuestión 
con las cosas materiales, 
obtendremos solución 
sin dejar en un rincón 
los asuntos esenciales. 
En términos generales 
cada ilusión compartida 
nos aleja de los males, 
nos hace más naturales 
y nos compone la vida. 
La dicha no está perdida
nosotros la poseemos 
en cada mano extendida, 
en la rosa florecida 
o en lo poco que tenemos. 
Entonces, mejor busquemos 
en nuestro propio interior, 
con sencillez disfrutemos 
y sin prisa caminemos 
para sentirnos mejor. 
Pues confiando en el Señor, 
obrando con la verdad 
y prodigando el amor: 
   veremos crecer la flor...
que nos dé felicidad.
Rahulig/012
DRA
Imagen. Mafalda 
De la red

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