Hay despertares que no se olvidan: aquellos en los que uno regresa del umbral oscuro entre la vida y la nada, y descubre que el corazón aún late gracias a manos ajenas, sabias y generosas. El 11 de noviembre de 2025, a la medianoche, sufrí un «ictus isquémico» de pronóstico grave. Pero, gracias a Dios y a la oportuna atención del personal de la ambulancia que me trasladó, así como del equipo médico y de enfermería del Hospital San Rafael de Tunja, hoy tengo una segunda oportunidad en la vida, sin secuelas que me afecten. Mi eterna gratitud a los doctores Julián Andrés Fonseca, José Luis Bustos, Andrés Castañeda y demás colaboradores. Dios los bendiga por siempre y para siempre, gracias a ellos podré seguir utilizando la pluma, la tinta y el papel.
MIS ÁNGELES
(Soneto con estrambote)
Despertaron mis ojos a la vida
tras el letargo del sopor profundo;
la parca, agazapada, en un segundo,
quiso ponerle fecha a mi partida.
Hay ángeles venidos a este mundo
con manos de sapiencia bendecida;
la luz de su labor, siempre encendida,
en aras de ayudar al moribundo.
En medio de una noche tenebrosa,
un repentino golpe en mi cerebro
me puso cara a cara con la muerte.
Yo... soy un evadido de la fosa,
por la nueva existencia que hoy celebro
con Dios, con los doctores y mi suerte.
Doy gracias, por tenerte,
oh vida, que le diste a mi destino
otra oportunidad en el camino.
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Rafael Humberto Lizarazo G.
Imagen: Hospital San Rafael, Tunja
De la Internet
Espero que sigas bien, qué mal trago para ti y tu familia. Cuidate mucho.
ResponderEliminarEstá claro que hasta que no nos toca irnos, no nos vamos.
SAludos.