jueves, 26 de febrero de 2015

EL DEPORTE NACIONAL





El juego del tejo o turmequé es un deporte ancestral inventado por los indígenas muiscas hace algo más de quinientos años. Se juega en una cancha de dieciocho metros de largo que tiene en cada lado un cajón lleno de arcilla con un aro metálico (bocín) en el centro sobre el cual se colocan unos sobres con pólvora llamados mechas. El juego consiste en lanzar de un lado al otro de la cancha un disco de acero (tejo) de seiscientos ochenta gramos, intentando quedar lo más cerca posible del bocín o reventar las mechas para ir sumando puntos hasta completar el número acordado.


EL TEJO
(Sextillas)

Hoy los quiero convidar
a echar una mano al tejo,
un deporte popular
que juega el joven, el viejo,
el avispa'o, el pendejo
y hasta el cura del lugar.

Un pasatiempo ancestral
que los muiscas inventaron,
desde tiempo inmemorial
en familia lo jugaron
y, de herencia nos dejaron,
el Deporte Nacional.

De una manera sencilla
veinte yardas distanciados
dos cajones con arcilla,
y en ella bien colocados
los bocines enterrados
pa'gozar de maravilla.

El tejo se ha de lanzar
con fuerza hasta el otro lado,
apuntando a reventar
las mechas que han colocado
sobre el bocín acerado
o muy cerquita quedar.

Mano, mecha, embocinada
o moñona, dan tenor,
para evaluar la jugada
que haya hecho el lanzador
y así saber el mejor
de la ronda terminada.

Uno, tres, y seis o nueve
puntos puede acumular,
el jugador que se atreve
alegremente a lanzar
y al contrincante gritar:
¡tenga, mijo, pa'que lleve!

Lo invito pues "sumercé"
a que ponga las mechitas
(las de jugar turmequé)
y se bebe unas politas
o de guaro unas copitas,
sin importar donde esté.


Rahulig/015
DRA


Imagen: Juego del tejo
De la red.



http://es.wikipedia.org/wiki/Tejo



jueves, 19 de febrero de 2015

¡AL BAGAZO, POCO CASO!





La falta de civismo y urbanidad, la intransigencia, la intolerancia, la incultura y la atrevida ignorancia: pueden acarrear situaciones verdaderamente lamentables y generadoras de violencia, que en muchas ocasiones, conllevan a desenlaces fatales. Afortunadamente, en el caso que hoy les cuento, hubo un final feliz sin nada para lamentar. En lo personal, prefiero ignorar evitando pasar a mayores, pero hay algunas veces en que... ¡Válgame dios!


MALOS RATOS
(Coplas)

Una vieja no muy vieja
y otra más vieja que ella,
vinieron hasta mi casa 
y me formaron querella.

La una me pegó un trancazo,
la otra me dio un empellón,
y entre las dos me dejaron
uno que otro moretón.

Me quedé paralizado
ante el feroz improperio,
por fortuna no me dieron 
boleta pa'l cementerio.

Los vecinos preguntaban
por el imprevisto caso:
¿Qué diablos sucedería
con el señor Lizarazo?

Yo también me formulaba
la misma interrogación,
pero nada que encontraba
valedera explicación.

Cuando para defenderme
me encontraba decidido,
las dos salieron corriendo
como ratón perseguido.

Ya repuestico del susto
me puse a considerar,
que con personas así
lo mejor es ignorar.

Sin embargo, yo quisiera
por las dudas, por si acaso,
   despedirme con un dicho... 
¡Al bagazo, poco caso!


Rahulig/015
DRA


Imagen: Una sonrisa
De la red



martes, 10 de febrero de 2015

EL BARRIO DONDE VIVO





El barrio donde vivo es un lugar humilde, pero muy agradable. Un barrio de clase media-baja, según dicen los expertos en el tema. Llevo viviendo en esta localidad ya casi veinticinco años y, gracias a Dios, he atesorado buenas amistades. En mi barrio entendí el significado de la palabra sencillez, porque mi gente es así: gente sencilla, trabajadora y honrada que, optimista, se levanta cada mañana en busca del sustento para sus familias... así es la gente, la gente de mi barrio.


MI GENTE
(Sextillas)

En el barrio donde vivo
todo el mundo me conoce:
el párroco, el sacristán,
el policía, el panadero,
la vendedora de flores
y el amable zapatero;

la vecina de la tienda,
el joyero, la enfermera,
la señora del estanco,
el cartero, el voceador,
y el empleado del banco;

el pesero, el lustrabotas,
el taxista, el jardinero,
 el músico de la esquina,
el mendigo, el artesano
y el dueño de la cantina;

el lechero, el albañil,
los ancianos jubilados,
la profesora, el ciclista,
la partera, el carpintero
y el señor electricista;

la señorita del quiosco,
la mesera de la fonda
   y también el boticario...
  son, entre otros, los amigos
que me saludan a diario.

En el barrio donde vivo
todo el mundo me conoce,
porque me doy a querer
con mi estilo campechano,
porque les canto mis versos
y les estrecho la mano.


Rahulig/015
DRA


Imagen: San Laureano, Tunja
Google Earth



miércoles, 4 de febrero de 2015

EL TREN DE LOS RECUERDOS





Aquella mañana del dos de julio de 1979 iba yo en el tren, rumbo a la ciudad de Bogotá, estrenando un traje negro con rayas blancas que mi madre había sacado fiado en uno de los almacenes de ropa que había en el pueblo. El motivo de mi viaje era asistir a una entrevista con el presidente de la empresa siderúrgica más importante del país, aspirando a un empleo ofrecido para Ingenieros en Transportes y Vías. No obstante, ser uno de los más jóvenes, fui el mejor entre casi setenta aspirantes: así que, el primero de agosto del mismo año, comencé a trabajar en Acerías Paz del Río como Ingeniero de Vías en el Departamento de Ferrocarriles. De aquel tiempo, recuerdos muy agradables tengo todavía.


EL TRAJE
(Cuartetas)

Me parece estarla viendo
a mi madre tan contenta,
aquel vestido escogiendo
y rubricando la cuenta.

Muy elegante quedé
con el traje negro al fiado,
corbata color café
y calzado bien lustrado.

Hacia Bogotá me fui
a presentar la entrevista,
al tercer día volví
encabezando la lista.

Un  telegrama llegó
trayendo la buena nueva,
de que Rafael ganó
sobradamente la prueba.

Los viejos en una pata
saltaban de la alegría,
con la noticia tan grata
de que trabajo tenía.

Al compás de alguna lira
el cuento se hizo reguero,
el hijo de doña Elvira
era un Señor Ingeniero.

El primer sueldo sirvió
para pagar lo adeudado,
y de allí mismo salió
la plata para el asado.

El vestido lo guardé
como un preciado tesoro,
y a mi madre regalé
unos zarcillos de oro.

Luego vinieron diez años
de trabajo en Acerías,
de contados desengaños
y múltiples alegrías.


Rahulig/015
DRA


Imágen: El tren de Acerías
De la red



Información del Autor

Mi foto
Simplemente, un bohemio soñador. Hacedor de versos, creador de canciones e inventor de historias. Paz de Río (Boyacá) Colombia, 23 de abril de 1952.

Los que vuelan conmigo

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